Hay quien piensa que la solución al problema es convertir al profesor en una especie de policía ó simplemente, volver a llamar de usted al maestro. Pero estos días ha saltado la noticia de que un padre ha agredido a la directora de un colegio del Ensanche de Vallecas y creo que este hecho muestra el meollo del conflicto.
Los padres (y no los alumnos) son los que quitan autoridad a los docentes y, por cierto, es obligación de los padres educar en valores a sus hijos (valores como el diálogo frente a la violencia).
Creo que la solución a este complicado problema reside en el respeto de los padres a la tarea educativa de los profesores, de los alumnos a sus padres y profesores y de los profesores hacia los alumnos. No es cuestión de autoridad, sino de respeto. La letra con sangre no entra.
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