Un Tribunal Militar le condenó a muerte el 18 de enero de 1940 por ser un "chivato traidor", y "por escribir versos y ser el poeta del pueblo". Franco no quería que Hernández se convirtiera en "otro Lorca", y, finalmente le conmutó su pena por 30 años de cárcel, que no llegó a cumplir pues falleció de tuberculosis dos años después.
En algo no se equivocan, Miguel Hernández fue y sigue siendo el poeta del pueblo.
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